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Luego de haber pasado por muchas dificultades, sueño, crisis existenciales, hambre, frío, ataques de colon, contagio de enfermedades asociados a atención de salud, calor, problemas emocionales, más crisis existenciales y más sueño, doy por terminado mi primer año de internado. Fue un año duro, pero ha sido lejos en el que más he aprendido en toda mi vida.
Entendí que si era importante haber tenido una asignatura llamada "trabajo en equipo", porque pucha que hay médicos y otros profesionales de salud que lo necesitan aprender.
Aprendí que tener ética año tras año en la carrera es realmente imprescindible, porque tanta falta nos hace muchas veces lo que debería venir de la casa.
A pesar de mis humildes orígenes, me di cuenta que en este país hay muchas familias en una mucho peor situación económica, y que hay millones de personas que siguen viviendo con lo justo (o injusto), sobre todo los más mayores con sus pensiones miserables.
Aprendí a valorar el respeto mutuo, el silencio, los tiempos personales, los espacios y las distancias. Aprendí a pensar un poco más allá, que mi problema de tener que atender a un paciente que huele mal, es en realidad el problema de una familia que debe una persona que está enferma y que lamentablemente no tiene juicio de la realidad; que el problema del niño que destruye todo en el box es en realidad el problema del maltrato en el jardín.
Aprendí a ser siempre servicial, y que siempre es más recomendable pedir las cosas por favor y con una sonrisa.
Viví cosas que jamás pensé que viviría, murieron varios de mis pacientes, descubrí patologías terminales en pacientes aparentemente sanos, ayudé a sacar adelante a varios abuelitos en la unidad de geriatría; más de una vez tuve que quedarme acompañando a algún pequeñín con su set de inhalaciones, grité por lo injusto, callé por lo justo.
Y ahora, un poquito más maduro, con un poquito más de conocimiento, con un montón más de experiencias en el cuerpo, es hora de descansar. Y a punto de entrar al último año de la carrera, simplemente a esperar lo que viene, ya sin miedo, ya sin (tantos) temores. Se vienen muchos desafíos. y ahora, ¿qué?
:)
Entendí que si era importante haber tenido una asignatura llamada "trabajo en equipo", porque pucha que hay médicos y otros profesionales de salud que lo necesitan aprender.
Aprendí que tener ética año tras año en la carrera es realmente imprescindible, porque tanta falta nos hace muchas veces lo que debería venir de la casa.
A pesar de mis humildes orígenes, me di cuenta que en este país hay muchas familias en una mucho peor situación económica, y que hay millones de personas que siguen viviendo con lo justo (o injusto), sobre todo los más mayores con sus pensiones miserables.
Aprendí a valorar el respeto mutuo, el silencio, los tiempos personales, los espacios y las distancias. Aprendí a pensar un poco más allá, que mi problema de tener que atender a un paciente que huele mal, es en realidad el problema de una familia que debe una persona que está enferma y que lamentablemente no tiene juicio de la realidad; que el problema del niño que destruye todo en el box es en realidad el problema del maltrato en el jardín.
Aprendí a ser siempre servicial, y que siempre es más recomendable pedir las cosas por favor y con una sonrisa.
Viví cosas que jamás pensé que viviría, murieron varios de mis pacientes, descubrí patologías terminales en pacientes aparentemente sanos, ayudé a sacar adelante a varios abuelitos en la unidad de geriatría; más de una vez tuve que quedarme acompañando a algún pequeñín con su set de inhalaciones, grité por lo injusto, callé por lo justo.
Y ahora, un poquito más maduro, con un poquito más de conocimiento, con un montón más de experiencias en el cuerpo, es hora de descansar. Y a punto de entrar al último año de la carrera, simplemente a esperar lo que viene, ya sin miedo, ya sin (tantos) temores. Se vienen muchos desafíos. y ahora, ¿qué?
:)
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