Rafita
Hace un tiempo, en una reunión social me preguntaron cuál era el equipo de fútbol que me gustaba. "la U, por supuesto" respondí sin dudar un segundo y con una sonrisa en la cara como suelo hacerlo cuando me lo preguntan. "¿Y por que eres de la U?" me volvieron a preguntar, y yo, que generalmente contesto a la primera pregunta de inmediato, me quede sin responder a la segunda porque realmente nunca me lo había cuestionado.
Pasaron unos días, llegó el sábado, y me levanté muy temprano porque era el día de las compras del mes con mi madre. Y mientras montaba la lámina de pechuga de pavo sobre la tradicional marraqueta tostada para desayunar, oigo un desesperado y tembloroso "¿¡qué pasó Erikita!?" proveniente de la pieza de mis papás. Dejé todo y me fui corriendo donde estaba ella, presentía que algo había pasado. Jamás la había visto llorar, jamás la había visto tan afectada por algo, porque si hay algo que caracteriza a mi mamá es su fortaleza. "Murió el Rafa, tu primo" sollozó. Sólo atiné a abrazarla luego de haber cortado el teléfono, mientras ella lloraba desconsolada y se cuestionaba como Dios podía haberle quitado uno de sus hijos a su hermana de esa manera. Yo claramente también estaba afectadísimo, pero traté de apoyarla, y le dije que fuéramos lo antes posible a acompañar a mi tía.
Habían pasado fácilmente 8 años sin ir a aquella casa, la cual me traía los más gratos recuerdos de la infancia; veranos enteros yendo a playa amarilla a hacer castillos de arena, jugar con mis primas, y por supuesto también con mis primos, a quienes me encantaba seguir para todas partes porque eran prácticamente mis ídolos en esos tiempos en los que a penas tenía uso de razón. Me bastó un pequeño paseo por aquella casa de Concón, y una vista rápida a todas esas fotos que miraba cuando era pequeño, para que se me vinieran a la mente un montón de recuerdos, jugando a la pelota con el Rafa y el Rober en la plaza, pretendiendo que hacía pesas con ellos, escuchando Iron Maiden y riendo con los chistes de mi tío. Pero lo que más abundaba en la pieza donde yo solía dormir, eran fotos de ellos con la camiseta de la U, la del 94 cuando fueron campeones después de 25 años, la del superman Vargas que estaba autografiada, la del Leo Rodriguez y cuantas otras más. Y recordé una secuencia repetida; mi tío se poniéndose al arco, el rafa me daba un pase y yo era el encargado de rematar y luego de celebrar como el matador Salas. "Este por definir así, tiene que ser chuncho" decía mi tío, entre risas.
Y pasó el tiempo, crecí y quién sabe por qué, nos fuimos distanciando cada vez más con mi familia, y poco a poco fuimos perdiendo el contacto (salvo mi mamá, que sagradamente todos los meses viaja a la quinta región). La última vez que te vi ya eras todo un hombre de familia, me presentaste a tu chiquitita, a tu señora... Y de pronto, de la nada, tú, el que me enseñaste a pegarle al arco, el que me tomaba en brazos y me hacía ver el cielo, el que le pegaba a su hermano solo para hacerme reír, el que me ponía en sus hombros al ir a comprar pan, ya no estás más. Así, sin previo aviso, sin despedirte, sin dejarme darte un abrazo y decirte, "chao primito, nos vemos pronto" te fuiste.
Estoy triste por todo esto obviamente, pero estoy seguro que querrás que te recordemos con una sonrisa por que así eras tú. siempre alegre, siempre feliz y eso trataré de hacer. También sé que te acuerdas de mi tal y como yo me acuerdo de ti, como un hombre grande, alegre, bueno para la talla y por sobre todo, chuncho y, estoy más que seguro primito, que cada vez que esté jugando la U yo miraré hacia arriba y tu estarás alentando igual que nosotros, pero desde el cielo.
Descansa en paz primito, siempre estarás en mi corazón
:)
Pasaron unos días, llegó el sábado, y me levanté muy temprano porque era el día de las compras del mes con mi madre. Y mientras montaba la lámina de pechuga de pavo sobre la tradicional marraqueta tostada para desayunar, oigo un desesperado y tembloroso "¿¡qué pasó Erikita!?" proveniente de la pieza de mis papás. Dejé todo y me fui corriendo donde estaba ella, presentía que algo había pasado. Jamás la había visto llorar, jamás la había visto tan afectada por algo, porque si hay algo que caracteriza a mi mamá es su fortaleza. "Murió el Rafa, tu primo" sollozó. Sólo atiné a abrazarla luego de haber cortado el teléfono, mientras ella lloraba desconsolada y se cuestionaba como Dios podía haberle quitado uno de sus hijos a su hermana de esa manera. Yo claramente también estaba afectadísimo, pero traté de apoyarla, y le dije que fuéramos lo antes posible a acompañar a mi tía.
Habían pasado fácilmente 8 años sin ir a aquella casa, la cual me traía los más gratos recuerdos de la infancia; veranos enteros yendo a playa amarilla a hacer castillos de arena, jugar con mis primas, y por supuesto también con mis primos, a quienes me encantaba seguir para todas partes porque eran prácticamente mis ídolos en esos tiempos en los que a penas tenía uso de razón. Me bastó un pequeño paseo por aquella casa de Concón, y una vista rápida a todas esas fotos que miraba cuando era pequeño, para que se me vinieran a la mente un montón de recuerdos, jugando a la pelota con el Rafa y el Rober en la plaza, pretendiendo que hacía pesas con ellos, escuchando Iron Maiden y riendo con los chistes de mi tío. Pero lo que más abundaba en la pieza donde yo solía dormir, eran fotos de ellos con la camiseta de la U, la del 94 cuando fueron campeones después de 25 años, la del superman Vargas que estaba autografiada, la del Leo Rodriguez y cuantas otras más. Y recordé una secuencia repetida; mi tío se poniéndose al arco, el rafa me daba un pase y yo era el encargado de rematar y luego de celebrar como el matador Salas. "Este por definir así, tiene que ser chuncho" decía mi tío, entre risas.
Y pasó el tiempo, crecí y quién sabe por qué, nos fuimos distanciando cada vez más con mi familia, y poco a poco fuimos perdiendo el contacto (salvo mi mamá, que sagradamente todos los meses viaja a la quinta región). La última vez que te vi ya eras todo un hombre de familia, me presentaste a tu chiquitita, a tu señora... Y de pronto, de la nada, tú, el que me enseñaste a pegarle al arco, el que me tomaba en brazos y me hacía ver el cielo, el que le pegaba a su hermano solo para hacerme reír, el que me ponía en sus hombros al ir a comprar pan, ya no estás más. Así, sin previo aviso, sin despedirte, sin dejarme darte un abrazo y decirte, "chao primito, nos vemos pronto" te fuiste.
Estoy triste por todo esto obviamente, pero estoy seguro que querrás que te recordemos con una sonrisa por que así eras tú. siempre alegre, siempre feliz y eso trataré de hacer. También sé que te acuerdas de mi tal y como yo me acuerdo de ti, como un hombre grande, alegre, bueno para la talla y por sobre todo, chuncho y, estoy más que seguro primito, que cada vez que esté jugando la U yo miraré hacia arriba y tu estarás alentando igual que nosotros, pero desde el cielo.
Descansa en paz primito, siempre estarás en mi corazón
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