Juanito

Todos los días de este año me tocó ir a distintos hospitales y centros asistenciales de Santiago en donde vi a muchos pacientes, con una eterna diversidad de enfermedades, hospitalizados hace mucho tiempo y además con diversos problemas sociales, familiares y económicos. Era fácil para mi hacerme creer que les estaba haciendo un poco más amena su estadía allí, conversando un rato sobre su enfermedad, sus problemas personales, o sus experiencias pasadas, y pensaba que así estaba siendo empático lo cual no creo que sea del todo mentira; pero estando del otro lado, siendo familiar directo de una de esas personas que están en aquellas camas con monitorizaciones, vías y medias antiembólicas, ves que en realidad solo te haces la idea de que te estás poniendo en el lugar del otro y que con tu sonrisa no ayudas nada más a esas personas a alegrarles los 30 minutos que estás tomándole la anamnesis.

Fue súper triste y chocante llegar al hospital en donde estaba haciendo mi ronda y ver a mi papá, si a mi papá, el mismo que el día anterior se estaba tomando una cerveza en mi casa, ahí en tratamientos intermedios con esa expresión de desazón y tristeza que veía en la cara de casi todos los pacientes que había visto durante el año. A veces sonreía, a veces miraba al horizonte, pero sabía que dentro de si tenía miedo, ¡todos lo teníamos! era natural, claro, sabíamos que no es cualquier cosa entrar al quirófano que te abran el tórax y te reemplacen una coronaria con un pedazo de vena de tu pierna, habían riesgos, siempre los ha habido pero ya no había otra salida, solamente tener fe en que Dios guiara las manos del cirujano.

Finalmente, gracias al cielo, todo salió bien y todo volvió ya a la normalidad, solo que ahora en vez de la cerveza su cóctel de la tarde es de fármacos. Y todo esto me sirvió mucho tanto como para realmente ponerme en el lugar de los pacientes lo que me servirá el día de mañana cuando me convierta en médico, y muchísimo más importante, me sirvió para valorar a cada segundo la vida de los que me rodean.

Es extraño como estas cosas te hacen ver de otra perspectiva la vida. ¡Cuando iba yo a imaginar que de un día para otro se dieran cuenta que mi papá tenía sus dos coronarias bloqueadas, y un corazón del porte de un melón, quedándose ya en la cuerda floja y estando a punto de caer al abismo! Solemos pensar que nuestros seres queridos van a estar ahí siempre para decirles, te quiero viejo, vieja, pero siempre podemos hacerlo y nunca lo hacemos. Cualquier día pueden estar del otro lado, o incluso nosotros mismos y ahí nos vamos a quedar, con esa espina clavada por no haberlo hecho o no haberlo demostrado. No soy un hombre que me caracterizo por mi expresividad pero estas cosas te hacen reflexionar y cambiar ciertas actitudes, ciertos comportamientos por lo que ahora sí es parte de mi vida hacerles saber lo importantes que son para mí, y aunque muchas veces peleemos, lo mucho que los quiero.

Y tu que haces ahí, anda donde los tuyos y diles que los quieres, diles lo importantes e indispensables que son para tí, diles que sin ellos tu vida no sería igual. Abrázalos y comparte una tarde con ellos, total, nada perderás pasando un rato haciéndolos felices.

:)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ruta 78

Gerardine

Extremoduro