Navidad.

Cuando muy muy muy niño, amaba la navidad, el hecho de tener que esperar toda la tarde, aguantar la misa, la cena, para por fin recibir los regalos era algo que me encantaba, siendo quizás uno de los momentos más esperados en todo el año. Pero poco a poco fui recibiendo menos regalos, y me fui dando cuenta de que en verdad, la reunión familiar era solo para hablar mal de las personas que no están, y también, para pelear por estupideces. Y así ha sido año a año, pero nunca me ha gustado demostrarlo.

Muchos dicen que uno siempre recuerda los mejores momentos, y los peores también. Y si me preguntan que cuál ha sido la navidad más feliz que he tenido, no sabría decir cual fue, pero recuerdo bien la navidad más triste de todas. Fue una en que yo ya siendo un adolescente les pedí a mis papás una guitarra, y sabía que era difícil que me la compraran, pero me daba igual si no podían, no era tan chico, lo entendía. El punto es que mi papá me dijo que si llegaría, inclusive el mismo 24, y yo, como cualquier persona, esperé mi tan anhelado regalo. Pasó la cena (con las peleas y pelambres de siempre) y empezaron a entregar los regalos, y pasaban y pasaban y yo seguía sin nada, hasta que finalmente se acabaron. Fue muy triste esa noche, quizás la única navidad que lloré. Desde entonces que nunca más les pedí nada, y por tanto, nunca más esperé nada. Y en todo caso, hace rato que me dan igual los regalos, pero en esta familia creo que nunca entenderán que la navidad es una instancia para reconocer los errores, pedir perdón, intentar hacer felices a los demás desinteresadamente y aunque suene un poco obvio, para pasar una noche en paz. Y lo más probable es que eso nunca pase así, las peleas y las habladurías en la mesa del Arrayán 11940 seguirán, y es triste, porque aunque trato de hacer que paren los malos ratos, no se puede.

Sé que hay cosas que nunca podré cambiar, personalidades que nunca podré moldear, y que nadie tampoco podrá hacerlo, pero al final, es lo que me tocó. Aunque, aún tengo una mínima esperanza en que las fiestas familiares sean precisamente eso! fiestas, y no malos ratos.



Felices fiestas.

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